Diego Manrique para Ruta 66 (aproximadamente en el 2000)
Burning. Johnny, Toño y Risi han trazado el mapa erótico de la vida sexual de los barrios urbanos. A diferencia de sus vecinos rumberos -que siempre insisten en el rosario de infidelidades, abandonos y demás pecados femeninos- los Burning potencian gozosamente la imagen de Sementales Suburbiales que les acompañó incluso en su etapa de glan, todo maqueillaje y pelucas.
Su 'Jim Dinamita' es el Pijoaparte -Marsé- de La Elipa: en años de hambre carnal, proclama sus fantasías machistas (a una guiri violé / al sallir del talego / y me llenó de plata / por todo ello) y cita ladinamente a Jagger-Richard en aquellos versos inmortales: 'Si tu mamá supiera, niña / donde has de besarme / cuando tú quieres verme / a mí sonreír'.
Esa arrogancia chulesca reaparece en abundantes ocasiones. La impaciencia ante el juego del No pero Sí: 'Mi chica no quiso cruzar la frontera conmigo / diciéndome que eso era sólo para su marido / de pronto me vi enterrado vivo / ¡hey, nena! lo necesito. / Aburrida, nena, tú eres una aburrida / te voy a zurrar, nena, por ser tan aburrida'.
Encuentros con viudas ansiosas: 'Me llevó a oscuras calle abajo / y en un portal me abrazó / buscando algo entre mis piernas / cuando lo encontró se estremeció' e invitaciones a disfrutar de varoniles atributos: 'tengo la llave caliente / que abre tu paraiso'. Al fondo, la voluntad de no caer en las trampas que encadenan al hombre: no intentes atraparme, he aprendido a volar'.
Tales proclamas de masculinidad orgullosa no les separan mucho del autobombo habitual en el repertorio del heavy metal más cazurro. Pero Burning contraponen a sus pavoneos una serie de agónicas confesiones de vulnerabilidad. El tormento de 'Lujuria' y los recuerdos agridulces de 'Las chicas del drugstore': 'algunas manchan mi cama / y otras me dan amor / a veces se lo llevan todo / y otras, sólo pierden mi tiempo'.
La ternura de ternura de ¿Qué hace una chica como tú…? Y la desesperanza de 'Una noche sin ti', Burning todavía pueden ser libinidosos como demuestran en abundantes cortes de su nuevo disco: 'Óyéme nena no probaste nada igual / en la cocina, en el baño o en el hall / si lo prefieres puede ser en el balcón / toca mi piel y ya verás / quiero meterme entre tus labios / sabes muy bien como has de hacer'.
Pero se han amasado con honestidad y, de paso, han dejado algunas de las baladas más candentes del rock nacional. Por no hablar de la de la sugerente carpeta interior de 'Bulevar', donde está ese himno jactancioso titulado 'No es extraño que tú estés loca por mí'. Burning han sentado las bases del rock de suburbio, calenturiento y resentido, altivo y peleón, tan poco presentable en sociedad como representativo de una realidad ruda.
Y se me ocurre que su sombra está presente en los surcos de otros aventureros del sexo urbano, llámense Ramoncín o Loquillo. Para los sufridos pioneros, Medalla A La Concupiscencia Eléctrica. De paso, aprovecho para reconocer una deuda particular: 'Sólo para ellas' título proyectado del primer LP de los Burning. Que no pudieron grabar en aquellos turbulentos años 75-77, cuando el rock'n'roll era un bulto sospechoso en este país.
Diego A. Manrique. Ruta 66
Su 'Jim Dinamita' es el Pijoaparte -Marsé- de La Elipa: en años de hambre carnal, proclama sus fantasías machistas (a una guiri violé / al sallir del talego / y me llenó de plata / por todo ello) y cita ladinamente a Jagger-Richard en aquellos versos inmortales: 'Si tu mamá supiera, niña / donde has de besarme / cuando tú quieres verme / a mí sonreír'.
Esa arrogancia chulesca reaparece en abundantes ocasiones. La impaciencia ante el juego del No pero Sí: 'Mi chica no quiso cruzar la frontera conmigo / diciéndome que eso era sólo para su marido / de pronto me vi enterrado vivo / ¡hey, nena! lo necesito. / Aburrida, nena, tú eres una aburrida / te voy a zurrar, nena, por ser tan aburrida'.
Encuentros con viudas ansiosas: 'Me llevó a oscuras calle abajo / y en un portal me abrazó / buscando algo entre mis piernas / cuando lo encontró se estremeció' e invitaciones a disfrutar de varoniles atributos: 'tengo la llave caliente / que abre tu paraiso'. Al fondo, la voluntad de no caer en las trampas que encadenan al hombre: no intentes atraparme, he aprendido a volar'.
Tales proclamas de masculinidad orgullosa no les separan mucho del autobombo habitual en el repertorio del heavy metal más cazurro. Pero Burning contraponen a sus pavoneos una serie de agónicas confesiones de vulnerabilidad. El tormento de 'Lujuria' y los recuerdos agridulces de 'Las chicas del drugstore': 'algunas manchan mi cama / y otras me dan amor / a veces se lo llevan todo / y otras, sólo pierden mi tiempo'.
La ternura de ternura de ¿Qué hace una chica como tú…? Y la desesperanza de 'Una noche sin ti', Burning todavía pueden ser libinidosos como demuestran en abundantes cortes de su nuevo disco: 'Óyéme nena no probaste nada igual / en la cocina, en el baño o en el hall / si lo prefieres puede ser en el balcón / toca mi piel y ya verás / quiero meterme entre tus labios / sabes muy bien como has de hacer'.
Pero se han amasado con honestidad y, de paso, han dejado algunas de las baladas más candentes del rock nacional. Por no hablar de la de la sugerente carpeta interior de 'Bulevar', donde está ese himno jactancioso titulado 'No es extraño que tú estés loca por mí'. Burning han sentado las bases del rock de suburbio, calenturiento y resentido, altivo y peleón, tan poco presentable en sociedad como representativo de una realidad ruda.
Y se me ocurre que su sombra está presente en los surcos de otros aventureros del sexo urbano, llámense Ramoncín o Loquillo. Para los sufridos pioneros, Medalla A La Concupiscencia Eléctrica. De paso, aprovecho para reconocer una deuda particular: 'Sólo para ellas' título proyectado del primer LP de los Burning. Que no pudieron grabar en aquellos turbulentos años 75-77, cuando el rock'n'roll era un bulto sospechoso en este país.
Diego A. Manrique. Ruta 66
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