domingo, 27 de enero de 2019

Entrevista Emilio Javier Cosmen Cuende

Emilio Javier Cosmen Cuende, madrileño de 65 años, es un claro ejemplo de rockero castizo de manual. Un tenor de voz prodigiosa hecha para cantar, que sabe tanto por diablo como por viejo. Por casualidad y gracias al “soplo” de Antonio Campoamor me enteré de que el padre del autor Javier Cosmen Concejo había sido cantante profesional y estuvo relacionado con el grupo que fue germen de Burning. Hablé con Javier y amablemente me puso en contacto con su padre, Emilio Javier, que tardó nada en responder a mis preguntas. Desde aquí le quiero agradecer su amabilidad y las risas que nos hemos echado haciendo la entrevista. Debo una mención especial también a los artífices de que nos pusiéramos en contacto, a Antonio y a Javier. ¡Gracias, chatos!
Carlos Rodriguez Duque

Emilio Javier ¿cómo entras en el mundo de la música?
Siempre me gustó mucho, recuerdo ir de la mano de mis padres por ahí y cantar canciones de la tuna cuando los veía y yo era muy pequeño… una pasión desde crío.

Tu primer grupo fueron ‘Los Hunos’...
Sí. Era febrero o marzo de 1969 estaba yo con mi amigo José Amable jugando al ping pong en unos billares de la calle Apostol Santiago. Me vacilaban porque me gustaba mucho cantar ‘Delilah’ de Tom Jones y en cuanto me animaban un poco me ponía a cantarla. La canción había sido un exitazo, fíjate que en 1968 Tom Jones vendió más discos que los propios Beatles. El caso es que estaba allí jugando y cantando, se me acercan tres tipos y me dicen ¡Joer tío, cómo cantas! ¿Podemos hablar un momento? Y les dije que cuando acabase la partida (risas). Total, que acabo, salimos y se presentan: sus nombres eran Pepe, Enrique y Ernesto… y me preguntaron si me gustaría cantar para un grupo que estaban formando. Yo trabajaba entonces en el hotel Meliá de la calle Princesa… era botones, de aquella estudiaba por la mañana y trabajaba en el turno de tarde.

No me digas que hablamos de Risi, Quique y Teto...
Sí claro, Pepe Casas, Enrique Pérez y Ernesto Estepa los que después formaron Burning.
Empezamos a quedar para ensayar en la calle Ricardo Ortiz porque el padre del guitarrista de la banda, el otro Ernesto, tenía allí una mercería y en la trastienda tenían un pequeño amplificador. Las guitarras eran con pastilla… no teníamos guitarra eléctrica. Date cuenta de que yo en el 69 acababa de cumplir 14 años. Íbamos en cuanto teníamos un rato libre y empezamos allí a crear un repertorio. El ‘Honky Tonk Women’ de los Rolling Stones, que por cierto le tuve que enseñar a Ernesto Estepa cómo iba el ritmo, yo tocaba el cencerro… también hicimos una que acababan de prohibir ‘La balada de John and Yoko’ de los Beatles. Aquellas fueron las dos primeras que montamos, que hicimos en tortilla como decía Enrique. Él decía que teníamos que hacer “la tortilla”, metemos esto aquí, esto allá y tal, Enrique veía todo muy fácil… mezclarlo todo era lo que hacíamos, imitábamos... allí sólo había un micro muy malo y la batería, el resto lo traíamos nosotros. Nos apuntábamos a colegios mayores, festivales y eso pero el problema era que no teníamos equipo.
Enrique era un buscavidas, recuerdo que en sus ratos libres doblaba prospectos para medicinas y le pagaban un céntimo de peseta por cada uno… vivía en Ricardo Ortiz, donde estaba la mercería del padre de Ernesto.

¿Pepe Casas al bajo?

En realidad teníamos dos bajistas, Enrique y los Ernestos no se decidían por cuál coger. Pepe Casas se encargaba del bajo pero el otro, que también se llamaba Pepe, era algo más mayor, tendría unos 18 ó 19 años, y un día fuimos a su casa porque también vivía en La Elipa y el tío ¡tenía equipo¡ me parece que era un Selmer, tenía ¡un equipo completo! Figúrate en aquella época... Era cartero y tenía su sueldo, claro…. Y empezaron a preguntarse qué hacer, porque claro decían “Es que este tipo tiene equipo...” y yo me acuerdo que les comenté: “Sí, claro, equipo tiene, pero la intuición que tiene Pepe Casas no la tiene...” Y al final decidimos que se quedase Pepe Casas.
Una tarde Pepe Casas se presentó con una guitarra y tocó y cantó ‘Lay, lady, lay’ de Dylan y nos quedamos alucinados, pero flipados… aquello les hizo decidirse y Pepe se quedó como miembro de pleno derecho. De aquella para nosotros era Pepe, aún no se le conocía como Risi.
Seguíamos montando canciones. Por ejemplo, ‘Palabras’ que también formaba parte del repertorio. Era un tema de Daniel Velázquez un nombre que se asocia a la movida madrileña. Era una canción difícil de cantar... tipo Nino Bravo. Fíjate… nosotros, un grupo de rockeros haciendo ese tema… el caso es que hicimos una versión y a los padres de Enrique les gustó mucho, incluso me felicitaron por la voz.
Luis Matamoros, el director del ‘Bombín Club’ que era la discoteca del hotel Meliá Princesa, había compuesto una canción que se titulaba ‘Sonrisa burlona’ y era un bolero que grabó Luis Aranda… un rollo patatero con todos mis respetos (risas) y nos ofreció hacer una versión. Y la hicimos pero era una versión rockera con las guitarras a toda tralla y no se parecía absolutamente nada a la compuesta por él. Seguíamos haciendo experimentos y creando repertorio… el ‘Get off of my cloud’ por ejemplo.

¿Os salían actuaciones?
Enrique era un tío muy vivo, muy inteligente... buscaba actuaciones y nos apuntaba a todo lo que se podía uno apuntar. Y lo más gordo fue lo de la radio… Encarna Sánchez tenía un programa en Radio España. Los estudios de la emisora estaban en la calle Manuel Silvela de Madrid y al lado había un teatro. En este programa había un lema “Bienvenido sea lo de fuera pero primero lo nuestro” y llevaba a gente a cantar en castellano. Encarna era muy simpática cuando la escuchabas por la radio pero en persona, al menos con nosotros, fue muy seca… mala gente. Nos miraba fatal, eso sí cuando nos metió en antena muy atenta y risueña… El problema era que nuestro repertorio era principalmente en inglés y las únicas en español eran ‘Sonrisa burlona’ y ‘Solo sin ti’. Les dimos un toque algo más rockero en la trastienda aquella y llegó el día de grabar. Fue un miércoles o un jueves sobre las 8 y el programa salió en antena el domingo. Enrique lo grabó, ojalá tenga la cinta aún. De aquella los radiocasetes eran sólo para gente bien y él tenía uno, recuerdo que valían casi cinco mil pesetas [30€]… 




 
Encarna me preguntó si era cantante solista o si era cantante de grupo, yo le dije que me adaptaba a las dos cosas y allí cantamos ‘Sonrisa burlona’ y ‘Solo sin ti’, pero la gente empezó a pedir otra y otra y claro no teníamos repertorio en castellano sólo en inglés de La Elipa. Yo me eché a un lado y Pepe, Enrique y los Ernestos se marcaron una versión del ‘Apache’ de los Shadows que fue muy celebrada. Por cierto los instrumentos eran de la emisora, nos los prestaron.
Tras aquello tuvimos un éxito muy sonado en el barrio, se creó hasta un pequeño club de fans.

Y supongo que a partir de aquello os saldrían más galas...
¡Sí! Había una fiesta en el hotel Meliá donde yo trabajaba, era la fiesta del empleado, e hice gestiones para que la orquesta nos dejase los instrumentos para tocar allí. Y salió genial. Tras aquello, gracias de nuevo a Enrique, fuimos a un concurso de un colegio mayor que estaba en el 44 de la calle Doctor Esquerdo. Era religioso y les dio mucha rabia que lo ganásemos nosotros. Gastamos 200 pesetas en el alquiler de los instrumentos y en los taxis, probablemente más de lo que ganamos en el concurso y volvimos a repetir el mismo set que en el programa de Encarna Sánchez.
En aquel concurso había un grupo folk que también se presentó y que era el favorito de la gerencia del colegio mayor. Hacían música parecida a la de un grupo famoso de la época  ‘Nuestro pequeño mundo’. Estos del concurso cantaban en francés y tenían buena voz, las cosas como son, pero a nosotros nos dio la risa. Éramos rockeros y aquello nos sonaba a coña, recuerdo ver a Pepe y a Enrique literalmente descojonados.
Otro grupo hizo una versión de la hostia de ‘Lodi’ de la Creedence que de aquella tenían el exitazo ‘Proud Mary’ y aquellos sí que me gustaron mucho, eran muy buenos.

Y mientras tanto seguíais en la trastienda de la mercería, supongo...
Sí, allí seguíamos ensayando e íbamos tocando en varios sitios pero después me metí en otro grupo que se llamaba ‘Temas’. Enfrente del hotel en el que trabajaba había una farmacia y uno de los empleados me dijo que conocía a un músico de la Guardia Civil, Felipe, que tocaba en el grupo y que andaban buscando cantante Me reuní con él y con otro tío que se llama Enrique en un bar del bulevar de Cuatro Caminos y enseguida empezamos a ensayar. ¡Teníamos sección de vientos! y hacíamos rock al estilo Miguel Ríos.
En la tienda de música Leturiaga había un tablón de anuncios donde los músicos iban a buscar grupo porque siempre había algún cartel y a principios de 1971, por un anuncio allí, me salió la posibilidad de cantar en una orquesta que se llamaba ‘Tutti frutti’ con un pianista que tenía 33 años y que a mí me parecía un anciano (risas). En la orquesta también estaba Maxi Hernández un gran batería, diez años mayor que yo, que después estuvo girando con Mari Trini, Paloma San Basilio, Francisco… y dejé a ‘Los Hunos’ y el trabajo del hotel para ganar dinero. Me puse a hacer pasta cantando rock, boleros, chachachás o lo que hiciera falta, girábamos tanto en invierno como en verano yo tenía 18 años y me acuerdo una vez que pasamos un frío tremendo en Burgos, pero una cosa de no creerse, en serio. En alguna sala de fiestas compartimos escenario con Nino Bravo antes de que fuese conocido. Hice mucha pasta con aquel grupo.

¿Volviste a tener contacto con los futuros miembros de Burning?
Con Pepe y Enrique mantuve el contacto unos años más. Me casé y me fui a vivir al 381 de la calle Alcalá y por allí pasaban cuando iban o volvían de ensayar en los locales El Papi de Torrejón. Quedábamos para tomar algo y me preguntaban qué tal me iba… yo había semanas enteras que estaba fuera de casa girando por España y me pagaban 500 pesetas al día… ojo que las 500 pesetas de 1971 eran un dinerito. Y claro ellos de aquí para allá sin hacer mucho aún, todavía no habían grabado ni los singles. Fíjate, con lo que llegaron a ser.
Años después a Enrique me lo encontré en un bingo después de haber dejado a Burning, allí estaba el tío con una chavala (risas).

¿Y tras ‘Tutti Frutti’?
Más tarde me uní al grupo Vickis. Pedro Salat se marchó con los Bravos para hacer una gira y necesitaban cantante. Después regresó muy decepcionado con la gira por Estados Unidos, se quejaba del bajo nivel musical del grupo y de los abusos de sustancias. Pedro cantaba muy bien, después fue el cantante del grupo ‘Doctor Pop’.
Los representates me conocían e iban dando trabajo a los grupos en los que estaba. En general eran buena gente, excepto un prenda que me echó la cruz y no me dio trabajo jamás. Este “señor” era homosexual y se enfadó porque no me acosté con él, a mí aquel rollo no me iba. El tipo falleció hace muchos años, en gloria esté… 
 

Estuve en mil grupos. Desde 1978 hasta 1982 viví única y exclusivamente de la música, y no vivía mal. Hice de todo, desde grupos de rock a un grupo de mariachi en la que yo cantaba sin micrófono (risas). Luego pasé a dedicarme a mi profesión y tuve la música como segundo empleo, me casé muy joven y tuve familia enseguida y, amigo, cuando tienes que tirar de la familia haces lo que sea por llevar los garbanzos a casa.

¿Llegaste a grabar algo?
Grabé en estudio sí, algunas cosas privadas para mí, y otras para jingles y para doblaje, nunca de cara a publicar discos de manera comercial. Una vez, tendría yo 30 ó 35 años en una fiesta en la Moraleja, en una pausa de la actuación, se me acercó un productor y me propuso grabar. Hablé con él y me dijo que tenía mucho potencial pero que era necesario dejar mi trabajo y dedicarme a la música exclusivamente. Yo no podía hacer aquello, claro, así que le vacilé y le dije que sí pero que tenía que asegurarme por contrato cinco millones de pesetas al año [unos treinta mil euros] y me dijo que aquello no me lo podía garantizar. Yo no me inmuté seguí tomando mi refresco como si nada, menudo descojone cuando se fue.

Oye, y esa voz ¿la has educado durante esto años o es un algo “sobrenatural”?
(Risas) Yo siempre canté como te dije antes, desde crío, es un don natural. Cuando era botones en el Meliá Princesa el pinchadiscos de la discoteca ‘Bombín Club’, Juanito, con quien yo tenía amistad, me enseñó a vocalizar y a usar el diafragma. Él fue durante décadas la voz en off de TVE. En mis ratos libres me daba clase y luego ya a base de ensayos la fui trabajando. Escuchábamos discos pensando que lo que estaba en los surcos era lo que se había grabado en el estudio, nos era imposible llegar a aquello porque en la remezcla siempre se sube o se baja dependiendo del productor. La escuela de la vida, ya sabes...

Y cantabas en inglés... ¿sabías inglés?
Lo del inglés al principio era de oído, de escuchar los discos una y otra vez ibas imitando lo que oías sin saber qué era. Cantabas sin tener ni puta idea de lo que decías, vamos. Después lo fui aprendiendo con los años para ser más profesional.

Como sabes la droga hizo mucho daño a Burning. En el mundo musical en el que tú te movías ¿hicieron mucho estrago también?
Las drogas a mí me pasaron de largo, tenía compañeros que fumaban marihuana o hachis, he visto a gente semiprofesional ponerse picos, claro, pero no muchos. Yo por suerte me quedé en la nicotina que ha sido mi droga de toda la vida y de uso diario hasta hace un mes. Alguna vez fumé hashish pero no me gustaba. Ni el alcohol, fíjate que me acuerdo del día en que me tomé mi primer cubata: fue en Toro, Zamora, y yo tenía 25 años, en una discoteca ¡Al loro!

¿Cuánta culpa tienes de que tu hijo Javier haya escrito tres libros?
Pues mira, a mí la música siempre me ha encantado. Me apasiona el soul, el country, Elvis, Stones, Beatles, la Creedence… el rock en general, claro… pero no le hago ascos a nada que esté bien hecho y en lo que sientas que el que canta o toca lo lleva en la sangre.
Tenía un par de elepés de los Rolling Stones que, por lo que fuera, le encantaban a Javier. Tengo muchísimos discos en casa pero aquellos dos fueron los que detonaron su pasión por los Stones y siendo un crío aún... Lo que sacó en la comunión ¡lo gastamos en comprar discos de los Rolling Stones para él! (risas)

¿Tienes algún grupo o cantante favorito?
¡Uf! ¿Uno solo? Me gusta demasiado la música… de chaval
Engelbert Humperdink y Tom Jones. Yo creo que Tom Jones sería uno de los elegidos. Tengo muchísimo material suyo. Lo conocí en persona y le comenté las grabaciones que tenía. Me dijo que si algún día se decidía a hacer algún recopilatorio de rarezas hablaría conmigo.

¿Lo conociste en persona?
Sí, yo había salido en el programa ‘Lluvia de estrellas’ imitándolo y tras aquello me salieron más actuaciones en otras televisiones o en eventos de radio. Tocaba en la Cubierta de Leganés y ya tenía mis entradas compradas en cuanto salieron, pero una emisora de radio me propuso entrevistarlo a cambio de un montón de ellas. Así que lo entrevisté y le pedí que me firmara discos y fotos y cosas así.

¿Volviste a la tele?
Volví sí. Incluso Valerio Lazarov me llevó a Rumanía para hacer unos programas, pero la tele es un engaño. Hace un tiempo me ofrecieron aparecer en esos programas tipo ‘Got Talent’ pero les dije que yo ya estaba muy viejo para hacer las pruebas y estar ahí horas y horas sin hacer nada… que prefería emplear mi tiempo en otra cosa. Me garantizaron que sólo tendría que estar 10 minutos y que aparecería en al menos en dos programas. Pero verás, en esos programas no vas a que la gente vea lo que sabes hacer, vas a darle bola a los coaches que son los protagonistas del tema y yo paso, macho, no tengo yo ganas de esto, y encima mezclan gente de todo tipo. Con todos mis respetos, no puedes hacer un programa en que salga una persona que hace malabarismos con otra que sepa tocar el violín o cantar…

Eres un crack Javier… ¡Muchas gracias por tu tiempo!
¡Qué va! Soy un tipo que ha vivido las cosas según le han venido, no me puedo quejar, la verdad. ¡Gracias a ti por hacerme recordar aquellos tiempos!